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Miércoles, 3 de septiembre del 2014

CONSIDERACIONES SOBRE EL SISTEMA DE RESPONSABILIDAD Y DESEMPEÑO
DEL ESTADO DE LA FLORIDA

Por Alberto M. Carvalho

Cuando se trata de responsabilidad académica y más específicamente, de las evaluaciones, la opinión del público se ve influenciada por un número de factores y entidades. La Florida es uno de los muchos estados que están haciendo frente a ideas de reformas educacionales que algunos dirían han sido impulsadas demasiado lejos con ideologías reflexivas que en vez de usar sentido común y resultados basados en la investigación, está poniendo en peligro la validez y la fiabilidad del sistema de responsabilidad académica del estado.

Las evaluaciones, como herramienta de contabilidad solamente existen para informar y mejorar el proceso de la enseñanza y del aprendizaje. Su uso más allá de la interpretación de los resultados se presta a malinterpretarlos, llegar a conclusiones erróneas, corromper el sistema en sí y eventualmente dañar a los estudiantes, profesores, escuelas y a la comunidad.

Los rápidos cambios al sistema de responsabilidad académica, sin consideración por el impacto que pudiesen causar estos ajustes múltiples, han dejado al público confundido acerca del verdadero rendimiento de los estudiantes. Mientras tanto, educadores de todos los niveles tienen inquietudes, dudas y escepticismo acerca de ambas políticas y rápido desarrollo. La reciente falta de conexión entre el bajo rendimiento escolar y las mejoras en los resultados de los estudiantes sólo han añadido a la confusión y al desánimo.

Por lo que en la víspera del cambio más dramático desde que inició la prueba FCAT o la transición a la FCAT 2.0 en términos de estándares y evaluaciones, nos debemos detener y hacer una pausa. Necesitamos tiempo para que podamos reevaluar de manera honesta decisiones pasadas y recientes y cuáles han sido sus consecuencias y tener el coraje de proseguir en un camino que se centra en el estudiante y el maestro y que excluye la política, influencias, ignorancia y el extremismo.

Una responsabilidad académica respetuosa permite y habilita la intervención apropiada. No podemos volver atrás a aquellos días en que el rendimiento de la mayoría de los estudiantes cubría como un manto a estudiantes de bajo rendimiento aún en escuelas o comunidades de alto rendimiento. Tenemos una responsabilidad moral de evaluar de manera respetuosa y razonable a nuestros estudiantes a fin de garantizar su desarrollo cognitivo. No podemos crear soluciones estratégicas y diferenciadas para alcanzar y enseñar a todos los niños sin que primero comprendamos la cruel realidad que representan la brecha del rendimiento académico que es el resultado de la pobreza que existe en nuestra comunidad.

El debate continuo en torno a este asunto revela mayor concienciación y compromiso.   Sin embargo, no podemos permitir que el silencio de una mayoría con sentido común sea ahogado por voces inconexas y a menudo mal informadas o voces de discordia que están políticamente influenciadas. Tampoco podemos esperar que alguien que no sean los interesados y que comprendan el verdadero valor democrático de la educación pública se esfuerce para proporcionar legítimamente las soluciones necesarias.

Un curso de acción prudente se basa en seguir un número de pasos razonables y en la secuencia.

Primero, debemos reevaluar las políticas educacionales erróneas del gobierno federal que impacta negativamente a nuestra población de estudiantes frágiles principiantes del idioma inglés (English Language Learners o ELL por sus siglas en inglés) y también a los niños con discapacidades. Cuando hagamos esto, necesitamos reexaminar la exención de la tan celebrada y recientemente vilipendiada ley No Child Left Behind de la Florida, que muchos ven como un cambio de una política federal no razonable a regulaciones estatales arbitrarias.

Segundo, los plazos establecidos por la legislación para la implementación de la responsabilidad académica se deben ajustar de manera que se alineen no con mandatos arbitrarios en las evaluaciones si no con los niveles de preparación y conocimiento de los estándares con los educadores, padres de familia y comunidades. A la luz de lo que se está denunciando, como una carrera para lanzar nuevas evaluaciones a fin de cumplir con el mandato sobre los plazos para la implementación de la responsabilidad académica, se debe conceder otro año para la implementación de los estándares. Esto permitirá la concienciación y la comprensión comunitaria así como también el desarrollo profesional óptimo de maestros y líderes a todo lo largo y ancho del estado.

Tercero, el estado se debe asegurar que mientras desarrolla una nueva evaluación, la entidad privada que contrató para desarrollarlo tiene la experiencia en evaluaciones educacionales para hacerlo. El estado debe también exigir que los exámenes de pruebas de campo sean hechos en la Florida con estudiantes de la Florida – y no en un lugar donde la población es tan diferente de nosotros como la actual prueba de campo en Utah.

Hay demasiada evaluación y es una realidad que el estado debe reconocer y lidiar con ella. El tiempo de instrucción es demasiado valioso para gastarlo en evaluar a los estudiantes en medidas duplicadas. Además, evaluar a los estudiantes debe servir un objetivo estricto para impartir la instrucción, no solamente proporcionar una variable a la fórmula de evaluación de desempeño del maestro como es el caso de los exámenes de fin de curso para los grados de kindergarten al duodécimo grado que diseño el Distrito para cumplir con el nuevo mandato del estado.

Cuarto, el estado debe abandonar su plan de utilizar datos básicos en la evaluación como una manera de generar las calificaciones de las escuelas. La responsabilidad académica en la Florida se basa en un análisis de tanto el rendimiento como de las mejoras que se logran con el tiempo, que también se conocen como avances en el aprendizaje. Midiendo el rendimiento que se logra con el tiempo demanda datos del año anterior que se puedan comparar. Esto resultará imposible en el 2014-2015 porque no habrá datos anteriores disponibles para la comparación. Una alternativa podría ser un boletín de calificaciones objetivo que informe a las comunidades los indicadores educacionales sin que se le asignen letras poco fiables para la calificación escolar.

Por último, uniendo datos de rendimiento que no son estadísticamente fiables a la evaluación de los maestros y las escalas salariales basadas en los avances en el aprendizaje o los modelos de valores, cuando esos mismos valores que son indispensables para los modelos, no existen, o en el mejor de los escenarios no son fiables o en el peor de los casos son poco éticos.

Finalmente, lo que está en riesgo no es solamente la confianza y seguridad del sistema de responsabilidad de desempeño de nuestro estado, pero el sistema mismo.  Es evidente que en nuestro apuro para proteger el legado o el estatus quo de la política puede al final traer  resultados desastrosos. Existe una responsabilidad moral en esta situación, a la cual si no enfrentamos y respondemos, definirá, no solamente quienes somos, pero también nuestros valores y cómo resolvemos retos cuando sabemos lo que más conviene, como valoramos a nuestros niños y a las personas que los entrenan.  Ah, y por cierto, si nosotros como adultos, consideramos, discutimos, debatimos, tenemos diferentes opiniones y hasta nos faltamos el respecto durante este proceso, no podemos ignorar que nuestros niños nos están observando y no deben de confundirse con nuestras técnicas confusas. 

 

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